jueves, 6 de octubre de 2011

sin título

el último trago
la mirada perdida
una pregunta:
tres puntos suspensivos
una rambla distante
con su palmera
su arena
su mate lejano
su rumor de murga
y los garabatos que la rememoran
hilvanando en qué momento pasaste a ser 'allá'
la puta que te extraño
pedazo de suelo
patria difusa
hogar de mis paraísos
mi polvo
a tu polvo
y que en la esquina de 18 y Andes
se vuelva misterio
y te lleve conmigo peinando las olas de playa Pocitos
puta que te extraño
pedazo de suelo
patria de mi infancia
si me soplaras desaparecería



Manuel Rovira
Berazategui, octubre 2011

miércoles, 10 de agosto de 2011

«Estar conectado» y otros cuentos que me contaron

Recién, mientras bajaba el almuerzo en el laburo, leí el blog de un amigo sobre la propia escritura, las redes sociales y su relación con sus usuarios más bien domésticos, en este caso sus compañeros, contactos cibernéticos y lectores de ocasión. Y pensé en la casi total ausencia de tiempo que hoy dedicamos a nuestros amigos si no es a través de un celular, computadora o similares.

Al margen de lo impersonal de un chat respecto a una conversación cara a cara, al margen de lo frío de un mail en relación a una carta, al margen incluso de cualquier ícono o emoticón con que podamos llenar el páramo de cuadros de texto vacíos de una pantalla: hoy nada nos distancia tanto como lo que nos vendieron pretendiendo unirnos.

Los estados de Msn, luego el Facebook y el Twitter, son herencia de los graffittis y las banderas de nuestra adolescencia. El fin es el mismo: gritar "préstenme atención", "estoy acá", "¡existo!". La exaltación del ego y los pequeños hedonismos hijos de los tiempos modernos -y me siento un viejo utilizando el término- jamás encontraron su complemento natural en forma tan sencilla como a través de esta manifestación más cercana al click que al abrazo.

¿De qué compañera hablamos? pues de la soledad, por supuesto. Del deseo de sentirse querido, de ser alguien en la sociedad infernal de los medios orwellianos donde -parafraseando a Borges- un hombre no es todos los hombres, sino que no es ninguno: apenas un grito de auxilio buscando llamar la atención por encima de las bocinas y los colores de un mundo que cada vez nos pertenece menos.

La reclusión autoinfringida en nuestros propios universos de 71 canales y banda ancha nos hacen sentir más seguros delante del chupete brillante que entre los brazos del ser amado. Y es ahí donde está la paradoja: porque nada buscamos en el fondo sino sentirnos más queridos, asegurarnos el cariño, el aplauso o la admiración del otro; el mismo que se nos dificulta abrazar con la laptop en la falda y el mp3 al mango, tal vez porque encima nos interrumpe el mensaje que estamos mandando a otro reflejo de persona, a otro link con nombre y apellido que busca llenar su vacío con más vacío.

Y le contesto a mi amigo Martín: ¿será por esto que escribimos?

Tal vez



Manuel Rovira

miércoles, 15 de junio de 2011

Siete vidas

Su padre cometió un error al ponerle nombre. En un arrebato de inspiración decidió, con la complicidad de su esposa, llamar a su pequeño vástago Luis Máximo. Sí, Luisito Máximo, orgullo de su padre, consentido de mamá, hijo, nieto y bisnieto de Luis Máximo Salazar. Pero lo peor vino después, cuando con el transcurrir de la vida, los partos y las cesáreas nacieron Luis Máximo Segundo, Luis Máximo Tercero y Luis Máximo Cuarto. Claro, qué funcionario iba a negarse a inscribirle a los nenes en el registro del pueblo, si el revólver se adivinaba fácilmente bajo el saco del estanciero catalán. 

El día de su cumpleaños decimosegundo le preguntó a su madre por qué no lo anotaron con otro nombre a él o a sus hermanos, y la respuesta fue simple y previsible: “Porque tu padre así lo quiso”. En el fondo, Luis Máximo sabía que después de horas y horas de trabajo de parto en la penumbra de la habitación matrimonial hubiera consentido hasta que le pusiera Chancleto. Pobre Luisa, soportar las diabluras de los cuatro salvajes que tenía por hijos, pasarse años lavando pañales de tela y cosiendo pantalones de rodillas agujereadas, y lo que es peor, llamándolos histérica al grito de “¡Luis Máximo!” y que acudiese a ella el que justo no había hecho nada malo, o que directamente no viniese ninguno de los cuatro.

Cuando murió Luisa a los treinta y cinco años por una sobredosis de Plídex, Luis Máximo padre compró un salón de fotocopias en Montevideo, y con él se trasladó toda la prole de tocayos, incluido el bisabuelo, que alegó ser tan Luis Máximo Salazar como el resto. La vida de ciudad comenzó a hacérseles problemática: su paso por la educación pública fue una larga y agotadora seguidilla de confusiones y explicaciones en vano, y la primera novia del menor habló con toda la familia antes de dar con el Luis Máximo solicitado la única vez que lo llamó por teléfono, tras lo cual fue internada por sus padres en una clínica psiquiátrica, según se supo después; pero la gota que desbordó el vaso fue cuando coincidieron en el Hospital de Clínicas uno de los hermanos y el abuelo: al veterano lo abrieron dos veces sin encontrarle el apéndice, y Luis Máximo Tercero se quedó sin próstata a los catorce años, y debió ser operado de peritonitis en cuanto los médicos advirtieron el error. Esa misma noche hubo reunión en casa de los Salazar, y acordaron hacer algo al respecto: cada Luis Máximo se mudaría a un barrio diferente, estudiaría carreras distintas y se comprometía a evitar todo tipo de contacto entre sí; asimismo, resolvieron dejarle el salón de fotocopias al bisabuelo, ambos a punto de desaparecer del mapa. A la mañana siguiente, cada uno tomó sus pertenencias y abandonó la casa tras despedirse de los otros Salazar, sin un rumbo claro pero con la firme determinación de cumplir lo pactado.

Efectivamente, jamás volvieron a verse.

Esta es la verdadera historia de los Salazar; sin embargo, para el resto de Montevideo la historia es muy otra. Hoy, más de cuarenta años después, Luis Máximo Salazar es un personaje casi mítico de la capital uruguaya. El decir popular narra que en su larguísima existencia fue médico, contador, abogado e ingeniero de sistemas, se dedicó a la apicultura, manejó un taxímetro y hasta tuvo un salón de fotocopias. Su descripción física varía según el barrio, pero todas tienen algunos puntos en común; en lo que sí todos concuerdan es en su solidaridad con los vecinos más ninguneados, a los que, como pocos alguna vez han hecho, ayudó a reafirmar su identidad.

Hace unos meses se supo que una reciente investigación demostró que existen al menos siete cuerpos registrados como el verdadero de Luis Máximo Salazar, por lo que, a instancias del intendente capitalino, se los sepultó en un mismo panteón que cualquiera puede encontrar en el cementerio del Buceo, cuyo epitafio reza sobre el granito: “Aquí descansa Luis Máximo Salazar, doctor, contador, ingeniero, defensor de los don nadie. Hombre múltiple, hombre único”.


Manuel Rovira

viernes, 3 de junio de 2011

Entremés (un cuento con muchas E)

Hace un tiempo me contactaron unos locos de Maldonado diciéndome que habían leído unos cuentos míos en "100%" (otra revista de esa ciudad donde caí de rebote a través de la abuela de una amiga), y que les interesaría publicarlos en la web. Les mandé un par de los pasables, quedaron encantados y ahí quedaron. Después les mandé este cuento y unos haikus espantosos, que coincidieron con el cierre de la sección literaria de dicha web.

Al margen de ese monstruo que jamás debió ser enviado, les comparto "Entremés", una historia de boliche cuya única justificación es la utilización de palabras en las que su única vocal sonora sea precisamente la E. ¿Entendés pebete?


Entremés 

Pepe Estévez es el demente de Mercedes. Se cree jefe del Everest, el gerente del Edén. En vez de entretenerse en ver el perenne verde que embellece el vergel, el hereje vende detergente de beber: el “Jerez de reyes”.
 
- Ven, Néber, ¿pretendes beber?


Néber Méndez es pedrense. Es de tez bereber, lene, terne, de temple; gente decente.


- Échele leche en el meterete ése; desde que me expende ese gel excedente de semen de res, me enfermé. Pereceré este semestre.
- Fermenté gérmenes en el pesebre de Belén, Néber... je je je. ¿Lees?
- Engels, preferentemente.
- Excelente... ¿Eres creyente?
- ¿Eh?
- ¿Crees en el Ser Celeste?
- Cesé de creer en Entes... En el presente, tener fe es ser zen; Sé que reverdecer depende de entender que “envejecer es vencer”.
- ¿Tener el pene endeble es vencer?
- Es menester, Estévez.
- Penetré tres veces el envés de Esther.
- ¡Ejem! Sé de ese célebre entremés.
- Me empeñé en meterle en el retrete... enderecé el pene, le besé, me entreveré, trepé... ¡Le eché tres!
- Eres repelente.

De repente, Néber Méndez se bebe el jerez. Se estremece; se le ve levemente verde.

- Envenené el jerez, vejete.
- Mequetrefe...
- Debes tres meses. Vete.

Selene pretende esplender en el éter de Mercedes. Entenebrece.



Manuel Rovira

miércoles, 1 de junio de 2011

De costado

Principio y final tienen las cosas. Y también impasses y regresos. El comienzo en un nuevo laburo y un par de artículos que quedaron a medias y perdieron la gracia al pasar la oportunidad, conspiraron para que este espacio haya quedado temporalmente fuera de servicio.

En el medio pasaron muchas cosas. Bah, ni tanto: Nacional salió campeón con menos de 50' de Tiki-Tiki en todo el campeonato, Peñarol sobrevivió otra semana en la copa apelando a las raíces del fútbol uruguayo -léase táctica murgiélago reload- el Frente Amplio volvió a echar para atrás la ley interpretativa, reapareció el Cuqui Lacalle, se armó flor de quilombo porque el presidente sugirió gravar los latifundios y Uruguay mejoró la imagen según la opinión de la corte periodística deportiva local, aunque haya marchado nuevamente contra Alemania como desde hace más de 80 años. Ah, también reapareció Carini, sigue sin encontrar las manos.

Sin embargo quería llamar la atención sobre una noticia que apareció hoy en la prensa, y que refiere al video emitido por canal 12 sobre unas declaraciones de Mujica. Conviene escucharlas, porque no tienen desperdicio.

Todos sabemos que el Pepe es afecto a este tipo de salidas, y durante años fue acosado por periodistas de radio, tevé y prensa escrita, desesperados por un titular estrafalario. Después le tocó ser presidente, y tanto el tono de sus declaraciones como el afán de sus perseguidores derivaron a mares más tranquilos. Sin embargo, lo que me carcome es qué motiva a este viejo bocón pero sabihondo a lanzarse en forma despiadada a la venta del patrimonio de los orientales, aquel que el tan manoseado Artigas prometió no vender al bajo precio de la necesidad.

¿Es necesario privatizar un patrimonio irrepetible? ¿Es válido vender las joyas de la abuela para contribuir a una solución accesoria como la de los colonos? ¿Se agotaron todas las otras vías de recaudación y financiamiento para tener que llegar a esto?

Hay algo turbio en este tipo de iniciativas, hermanadas a las gestiones que se vienen haciendo por la minera a cielo abierto Aratirí, a pocos kilómetros de distancia. Escucho otra vez este discurso, y parece que lo que molestara de esas "tierras improductivas" es que no paguen impuestos. O mejor dicho, que el Estado no vaya prendido. Si interesa que recaude el Estado, que vayan al contrabando masivo y el tráfico de droga; legalicen, háganse socios, repartan ganancias.

Quiero creer que el que tenemos de presidente está confundido y cansado. O que estuvo en los ranchitos del Cabo y Valizas, y en en ese afán de que el Estado vaya prendido, le pegó de costado.

Manuel Rovira

martes, 10 de mayo de 2011

Al-Qaeda duda de la veracidad de nuevos videos

MONTEVIDEO, AFP-. En las últimas horas de la noche kuwaití, el sitio Shumuj al-Islam difundió la existencia de un comunicado del grupo terrorista donde pone en duda la veracidad de dos videos que circularon en los últimos días en altas esferas del país sudamericano.

La misiva alude al video donde supuestos militares uruguayos retirados hacen amenazas al gobierno y la Suprema Corte de Justicia, en caso de que prosigan los juicios a oficiales que participaron de delitos de lesa humanidad en las décadas de los '70 y '80. El grupo islámico afirma que la cinta fue ideada por el Pentágono a pedido de Hillary Clinton, quien estaría re caliente con las declaraciones del senador Saravia. "Nuestro grupo apoya al compañero Bonomi, con quien no solo compartimos la barba, sino también su claridad de lenguaje", diría el comunicado.

Por otra parte, Al-Qaeda se refiere a los videos difundidos por la empresa Tenfield, de quien sospecha en primera instancia por su origen judío y en segundo lugar por la sola presencia de Sergio Gorszy. "En el gol del Morro podemos estar de acuerdo, pero en la jugada del Lolo hay un offside de 5 varas."

El presidente José Mujica restó importancia al comunicado, diciendo que "esta fuerza política fue forjada por barbudos, no nos vamos a venir a espantar ahora por cualquier cosa. Para tirabombas ya tenemos a Marenales", finalizó el mandatario.

jueves, 5 de mayo de 2011

Ganar está después

Del otro lado del río de plata marrón, por estas horas arranca su segundo año de vida la murga de mis amigos; con algunas bajas, otras altas y muchas ganas como siempre, un número indeterminado de yoruguas se reúne en la plaza que homenajea a Líber Seregni para tomar unos mates, tal vez una cerveza y seguramente una grappamiel, juntar coraje y reestrenar oficialmente las gargantas de cara a un nuevo encuentro de murga joven, en el por ahora lejano noviembre.


A modo de abrazo y flaco homenaje, va la canción final del espectáculo 2010 de Guarda la Tosca Murga. ¡Salud!

Hoy se dice que nuestra murga
es la divisional
de formativa de febrero
del otro carnaval
el del teatro de verano
que es cierto está de más
pero con plata de por medio
celo y rivalidad

pa mí la murga es otra cosa
no es fácil de entender
tamos cansados de fayutos
que dicen otra vez
'los felicito cómo cantan,
genial ese cuplé'
y luego te critican feo
en foros de internet

nosotros somos murga joven
gorriones con disfraz
y no queremos que nos roben
migas de libertad
lo que no mata te hace fuerte
es cierto y ya nos ves
hoy somos todos como hermanos
ganar está después...


Letra: Manuel Rovira
Música: Fernando Cabrera "El tiempo está después"